"Como un lelo (“chirolita” sin cerebro, dicen sus amigos), Moyano se disolvió al repetir y amplificar la acción psicológica montada por un afiebrado colaborador oficialista que falseó información sobre Eduardo Duhalde para imputarle la responsabilidad oculta del crimen (justo a él que la denominación “autor intelectual” le sirvió, en su momento, para la escalada política). En esa jugada acusatoria, reiterada a voz en cuello por el jefe de la CGT, se pretendió armar además –como anteriores veces– la existencia de un embrión conspirativo para voltear al Gobierno. Difícil de creer hasta por sus intérpretes, rechazada inclusive por miembros del mismo Gobierno que la hizo divulgar; Moyano, sin embargo, se instaló como el principal vocero del fraude. Tanto servilismo ciego hundió al sindicalista en 24 horas, el comunicativo “trabajador que alguna vez tiene que llegar a la presidencia” desapareció en silencio de escena, eludió flashes, micrófonos."
Moyano se carga a todos
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